Un ensayo de 150 palabras sobre mis cosas viejas
En la estantería hay libros y diccionarios de hace veinticinco años. El libro es delgado y amarillento, y se llama "Cómo obtener grandes beneficios con la lectura". No creo que pudiera entender un libro así cuando solo estaba en segundo grado de la escuela primaria. Tal vez mi padre quería que yo fuera. Una gran persona desde el principio, pero siempre he estado en silencio. Ningún interés. En cuanto al diccionario, se lo compré a un conocido en Wuhu por tres yuanes. Es la edición de los años 80 del "Diccionario chino moderno". En todo mi viaje de aprendizaje, soy mi amigo más leal.
En la caja del tesoro hay sellos, etiquetas de cigarrillos, bengalas, envoltorios de caramelos, postales, marcapáginas, billetes de viaje, medallas de lugares pintorescos, céntimos, etc., que fueron recogidos de todas las formas posibles hace más de 20 años. Mi madre decía que yo era un ligue. Este es un tesoro mío, ¿cómo se puede comparar con ese trapo? Creo que en aquel entonces requirió mucho esfuerzo recolectar estos tesoros, qué difícil era. En esa época en la que tanto los recursos materiales como los espirituales eran igualmente pobres, manejé mi propio pequeño mundo, integré mi infantilismo más sincero y me divertí mucho. Esos años en mi corazón no fueron en blanco y negro sin palabras, sino coloridos.
También hay cartas de hace veinte años en la pequeña caja, todas escritas por mis amigos por correspondencia de todo el mundo. "Amigo por correspondencia" era un término popular en esa época y también representaba progreso y cultura. Dirigí a un grupo de compañeros de clase para que hicieran amigos por correspondencia. Esta práctica se originó a partir de la información sobre amigos por correspondencia publicada en periódicos y publicaciones periódicas para estudiantes de secundaria en ese momento. Ahorramos dinero para comprar hermosos sellos y papel de carta, e intercambiamos cartas y fotografías de nuestros amigos por correspondencia. Si alguien recibe cartas gruesas con frecuencia, los ojos de todos deben enrojecerse de celos. Soy una de esas personas que recibe muchas cartas sinceras de vez en cuando. A día de hoy conservo sus fotografías, cartas y direcciones de correspondencia de aquella época. Mirémoslos en su juventud. ¿Son tan triviales y ocupados como yo ahora? ¿Todavía me recordarán en el pasado? Quizás sean los fuegos artificiales más espléndidos en la vida de cada uno, hermosos por un momento y sin dejar rastro.