¿Cuál es el propósito del tratamiento antiviral?
Objetivo virológico: reducir la carga viral al máximo y durante el mayor tiempo posible, retrasando así la progresión de la enfermedad y previniendo y reduciendo la aparición de resistencias virales. Cuando se suprime el virus, suele haber una mejor respuesta de las células T CD4+ y es menos probable que se produzcan infecciones oportunistas cuando la carga viral es inferior a 5.000 copias/_. Los planes de tratamiento que no suprimen completamente el virus son efectivos por un corto tiempo y son propensos a la resistencia a los medicamentos.
Objetivo inmunológico: reconstitución inmune de alta calidad (respuesta inmune específica del patógeno) y alta capacidad (el recuento de células T CD4+ vuelve al rango normal).
Objetivos del tratamiento: lograr objetivos virológicos mediante el uso de secuencias y regímenes de medicación adecuados, pero también retener a los candidatos disponibles, reducir los efectos secundarios y mejorar el cumplimiento del tratamiento.
Objetivo epidemiológico: reducir la propagación del VIH.
En definitiva, el objetivo del tratamiento antiviral es inhibir al máximo la replicación del VIH en el organismo del paciente y evitar la destrucción progresiva del sistema inmunológico del paciente por el VIH. La recuperación del sistema inmunológico, especialmente el nivel de linfocitos T CD4+, es decir, después de la reconstitución inmune, el riesgo del paciente de enfermedades oportunistas se reduce significativamente, prolongando así el tiempo de supervivencia del paciente y mejorando su calidad de vida. Básicamente, los pacientes pueden trabajar, estudiar y vivir mientras reciben tratamiento.
La historia del desarrollo del tratamiento antiviral: El tratamiento antiviral ha pasado por muchas etapas. En 1987, se utilizó el primer inhibidor nucleósido de la transcriptasa inversa, la azidotimidina, para el tratamiento clínico del SIDA. Aunque puede inhibir la replicación viral, el 100% de los pacientes desarrollará rápidamente resistencia a los medicamentos y el virus rebotará, lo que provocará el fracaso del tratamiento. Posteriormente, se utilizaron dos inhibidores nucleósidos de la transcriptasa inversa en terapia combinada, pero aún no lograron buenos resultados.
Con la aplicación clínica de dos nuevos fármacos, los inhibidores de la proteasa y los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa, en 1995 y 1996, la terapia antirretroviral de gran actividad se convirtió en el método más eficaz para tratar el SIDA. Recientemente, los tratamientos antivirales incluyen inhibidores de la enzima de fusión e inhibidores de la integrasa.