El joven en el metro de Chengdu tomó la iniciativa de ceder su asiento a la tía con el bebé y ayudó a su madre a cargar su mochila. ¿Qué niños de buen corazón has visto?
No olvides decírselo al pequeño hasta que se baje del autobús, hermana, recuerda acudir al médico en el futuro. Quiero ir a casa. Recuerda cuidarte. ¡adiós! Así, la niña quedó muy conmovida y dijo gracias varias veces. De esta manera, un niño que probablemente todavía estaba en el grado 12 aprendió a cuidar de los demás y al instante nos calentó a todos, como el cálido sol de febrero, ¡cálido y precioso!
También hay una joven súper cálida que conocí en la plaza. Probablemente esa mujer sea su tía. Ella está comiendo tortitas de huevo. Luego le preguntó a su hermana pequeña si quería comer. Entonces la señorita lo miró, pensó y dijo: No, tía, no comiste al mediodía. Déjame comerlo por ti. Aunque quiero comer, no tengo hambre. Se lo di a mi tía y no comió nada en toda la tarde. Luego mi hermana pequeña salió a caminar con sus amigas en su pequeña bicicleta. Entonces vi algo brillando en los ojos de la mujer. Creo que fueron lágrimas.
Tener una sobrina tan pequeña probablemente la hará feliz y cálida al instante sin importar lo enojada que esté, al igual que el cálido sol de febrero, ¡cálido y precioso!
Para estos pequeños niños o niñas cálidos, ¡realmente puede hacer que la gente se sienta cálida! Ya sea un niño pequeño y cálido o un lindo hermanito o hermanita, todos ellos son símbolos de pura amistad. Puede que solo sean sensatos, pero ya saben cómo considerar a los demás, cómo ayudarlos y hacer todo lo posible para calentar a los demás. Tal vez ni siquiera sepan que sus acciones pueden ayudar a muchas personas, no sólo a sus familiares, ¡sino también a los extraños que pasan por allí!
Al igual que el hombrecito cálido en el metro de Chengdu, cede activamente y ayuda a su madre a cargar su mochila, ¡que es suficiente para calentarla! También había un niño pequeño que sostenía con fuerza la mano de su abuela mientras caminaba por la comunidad, temiendo que su abuela se perdiera. Al ver la expresión seria en su rostro, tenía muchas ganas de saludar. Sin embargo, más tarde se enteró de que era su abuela quien sostenía al pequeño. Ahora su abuela está enferma y sus piernas y pies ya no son tan cómodos como antes. El pequeño no lloró ni hizo ningún escándalo. Simplemente regresaba a casa de la escuela todas las tardes, llevaba a su abuela a caminar por la comunidad y la miraba con una cálida sonrisa. Son como el cálido sol de febrero, ¡cálidos y preciosos!