Un poema moderno que describe el "envejecimiento de la madre"
1. La madre anciana, los años son como una canción y el rostro se va alejando gradualmente en el río del tiempo. Sus ojos, que alguna vez fueron tan brillantes como estrellas, ahora estaban cubiertos de niebla, pero el profundo afecto y la sabiduría permanecían.
Sus manos, antaño tan delicadas y diestras, ahora están cubiertas de huellas del tiempo. Ese fue un testimonio de su arduo trabajo y amor por nosotros. Aunque su espalda ya no está recta, el brillo del amor maternal nunca se desvanecerá.
A menudo recuerda los años pasados, esas risas y lágrimas, esas pasiones y sueños. Aunque los años han vuelto su cabello blanco, el amor por la vida aún arde en su corazón. Estaría ocupada en la cocina, cocinando esos olores familiares.
Aunque sus movimientos ya no son tan ágiles como antes, su apego y cariño por el hogar nunca disminuirá. A menudo comparte conmigo sus historias, capítulos sobre crecimiento, amor y lucha.
Aunque su voz ya no es tan fuerte como antes, su comprensión y experiencia de la vida nunca se atenuarán. Madre que envejece, eres el poema más hermoso de mi vida. Tu sonrisa es tan cálida como el sol y tus palabras son tan dulces como un manantial claro.
Tu amor, como un río sin fin, siempre alimenta mi corazón. A medida que creces, aprendo a apreciar y a estar agradecido. Te cuidaré bien y pasaré todos los días y todas las noches contigo con mi amor.
Porque eres el tesoro más preciado de mi vida, siempre te protegeré.
2. A medida que la madre envejece lentamente, el tiempo ha ido tallando huellas en su rostro, y las arrugas son como barrancos, testigos del paso del tiempo y del arduo trabajo. Su figura ya no estaba erguida y se tambaleaba ligeramente cuando caminaba, pero esa cálida sonrisa siempre colgaba de su rostro.
Sus manos, antes tan suaves y delicadas, ahora se han vuelto ásperas, que es la marca de su arduo trabajo para nosotros.
Aunque sus ojos ya no son claros y brillantes, todavía están llenos de amor y cuidado, y son la luz eterna en mi corazón. A menudo comete pequeños errores, como olvidar algo o decir algo mal sin querer, pero eso es sólo porque es mayor.
Ella oraba en silencio por mi seguridad y felicidad en la oscuridad de la noche. Aunque he crecido, siempre seré una niña a sus ojos.
Mamá, que poco a poco vas envejeciendo, eres el tesoro más preciado de mi vida. Tu amor es como un río sin fin, siempre alimentando mi corazón. A medida que envejeces, comprendo la fragilidad y el valor de la vida. Apreciaré cada momento y te acompañaré día y noche con mi amor.