Sobre el patriotismo y el amor por la escuela.
Los mejores maestros del mundo son todos padres, y el jardín está lleno de melocotones y ciruelas. Como maestros, los tratamos como a nuestros propios hijos. Algunos profesores están dispuestos a sacrificar su tiempo de descanso para recuperar lecciones para los estudiantes, y algunos profesores son frugales y ahorran dinero para los estudiantes que lo necesitan. La escuela es donde aprendes y vives, donde creces y maduras. La maestra tiene una mente maternal y te transmite calidez y cariño todo el tiempo. Tiene el mismo trabajo duro que su madre y siempre mantiene el espíritu de enseñar a los demás incansablemente. Los profesores de mi alma mater y mi alma mater trabajan incansable e incansablemente solo para brindarte más conocimiento y riqueza y guiarte hacia la edad adulta. Entonces, ¿deberían los estudiantes estar agradecidos con sus escuelas y profesores?
Los maestros agradecidos no necesitan que hagamos cosas trascendentales, se reflejan en las pequeñas cosas de la vida diaria.
Durante la clase, una mirada firme y un gesto suave demuestran que estás escuchando atentamente. Esto es gratitud.
Después de clase, cuando ves al profesor en el pasillo, sonríes ligeramente y le dices educadamente: "Hola profesor. Esto también es agradecimiento".
Utiliza tus excelentes calificaciones y tu progreso poco a poco para decirle al maestro: "Maestro, puedo hacerlo". Esto también es una especie de agradecimiento al maestro.
Cuidar cada planta y árbol de la escuela, mantener el ambiente del campus, estar de servicio concienzudamente en todo momento y dedicarse a estudiar con los pies en la tierra, todas estas son manifestaciones de amor por el escuela. La escuela es una gran familia, y un ambiente civilizado y armonioso en el campus requiere que cada uno de nosotros lo cree.