La vida tiene sólo un principio pero no un final.
Este camino era solitario, solitario e indefenso al principio, porque estaba a punto de adentrarme en las profundidades de un bosque que nunca antes se había abierto. No sé si podré persistir, no sé si hay compañeros frente a mí, no sé si quiero estar tan solo toda mi vida.
Pero poco a poco descubrimos que todos nos enamoramos de este tipo de soledad y ya no teníamos miedo de poder confiar en ella en el futuro, porque creíamos que lo haríamos. perseverar y no dejarnos acobardar bajo ningún motivo. Pero cuando estamos desesperados, encontramos que hay un grupo de almas como nosotros por delante que no le temen al viento, ni al sol, ni a la tormenta. Mientras puedan tomarse un poco de tiempo de sus vidas, podrán trabajar día y noche.
Un kilómetro, cinco kilómetros, diez kilómetros, quince kilómetros, veinte kilómetros, cuarenta kilómetros, cincuenta kilómetros, cien kilómetros, puede que te asustes al ver estos números. Y lo que vi no fueron sólo números, sino también sus pasos, su respiración, su hambre y hasta su impotencia. Pero habrá momentos en los que serán felices. Ese momento es cuando corres hacia el punto de partida y sales corriendo del punto final. Incluso pensando en dónde desafiar la próxima vez, esta es una vida que solo tiene un punto de partida y no tiene fin.