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Impresiones de la vida a los dieciocho años.

Reflexiones sobre la vida a los dieciocho años.

Cuando tenemos dieciocho años, nos transformamos de una pequeña oruga en una mariposa. No hay duda de que este proceso es doloroso, pero nos hace más maduros y comprendemos lo que significa valorar, lo que significa escuchar y lo que significa ser realista. La siguiente es mi experiencia de vida a la edad de 18 años, ¡bienvenido a consultarla!

Quiénes éramos;

No importa lo que dijimos o hicimos, bien o mal, siempre tuvimos razón.

Éramos lo que queríamos para poder conseguirlo.

En el pasado nunca considerábamos los sentimientos de otras personas, mientras éramos felices.

Érase una vez, nunca pensábamos en cómo llevaríamos nuestras vidas en el futuro. Científicos, policías, aventureros, ¡todos ellos son para profesores!

En el pasado, nunca ocultábamos nuestros pensamientos. Podemos llorar cuando queramos y reír cuando queramos.

En el pasado, nunca nos doblegábamos ante nadie y éramos los más grandes en nuestro corazón.

Éramos jóvenes y frívolos, siempre y cuando nos provocaran. Nos golpearíamos unos a otros y nunca nos preocuparíamos por las consecuencias.

En el pasado, nunca estábamos satisfechos con la situación actual y siempre pensábamos que la vida fuera sería mejor.

Solíamos quedarnos despiertos toda la noche jugando varios juegos online. Solía ​​pensar que los personajes del juego éramos nosotros mismos porque éramos muy poderosos allí.

Nunca antes habíamos prestado atención a nuestros padres. Siempre sentimos que todo lo que hacían estaba bien.

Ahora lo somos;

Ahora sabemos que incluso si hacemos lo correcto, tenemos que decir que me equivoqué.

Todo lo que queremos ahora se compra con acciones prácticas. No seas obstinado, porque nadie te mimará excepto tus padres.

Ahora aprendemos a ponernos en el lugar de los demás. Hacemos algo que lastima a otra persona o decimos algo que no nos parece bien, pero le duele el corazón.

Ahora empezamos a pensar en nuestra vida futura y en cómo sobrevivir en esta sociedad un tanto gris.

Hoy en día también tenemos un lado frágil. A veces tenemos muchas ganas de llorar, pero frente a los de afuera fingimos ser fuertes, lloramos como si reímos y reímos como si tuviéramos ganas de llorar. .

Ahora nos tragamos la ira delante de nuestros jefes por nuestras vidas y nuestras familias.

Ahora sonreímos incluso cuando los demás nos cagan en la cabeza porque no podemos permitirnos las consecuencias de nuestra propia falta de compostura momentánea.

¡Ahora finalmente me doy cuenta de que es difícil ganar dinero y comer mierda!

Ahora sabemos que escapar no soluciona ningún problema. Los sueños se consiguen paso a paso, no las ensoñaciones.

Ahora entendemos que las personas deben aprender a ser agradecidas y agradecer a sus padres su dedicación desinteresada. Nunca esperan que les paguemos, mientras seamos buenos, esa es su mayor expectativa.