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El lema de vida de un guardia de seguridad de un jardín de infancia

El amor es el alma de la educación, y la educación con amor es la verdadera educación.

Si al niño no se le permite hacerlo, será como si se bloqueara la circulación sanguínea, lo que impedirá que el niño mejore su condición física. -

¡Cuidar a cada niño, su crecimiento es mi mayor felicidad!

Los niños pueden ser respetados, querer ir al cielo, querer colarse en el hormiguero, y sus pensamientos muchas veces saltan mucho más rápido que los nuestros.

En un buen grupo, la autoestima de los alumnos es fácil de cultivar.

Los profesores son las semillas del conocimiento y los mensajeros de la antorcha de la civilización.

Los niños a los que se enfrentan los profesores son todos adultos que con el tiempo se volverán independientes.

Los maestros son la leña que enciende el fuego en los corazones de los estudiantes. Los maestros son escalones de piedra que llevan a los estudiantes hacia arriba paso a paso.

Los maestros deben cultivar flores humanas con la sensación del viento del este y la lluvia y el significado del barro primaveral que protege las flores, y dibujar una primavera brillante.

Los profesores deben ser buenos para aprovechar el potencial de los estudiantes y cultivar sus habilidades multifacéticas, incluida la capacidad de aprendizaje.

Lo que el maestro y el pintor tienen en común es que ambos quieren crear una persona viva, verdadera, amable y hermosa.

Las velas eligen su energía sólida para emitir luz brillante.

Enseñar sin amor es como un estanque sin agua, que eventualmente se secará.

Todo profesor que se precie dará a sus alumnos la oportunidad de demostrar su autoestima.

La grandeza del amor maternal es que puede tolerar las conductas más reprobables de los niños.

Los jardineros que sean diligentes en aflojar la tierra, regar, atrapar insectos y fertilizar las plántulas eventualmente marcarán el comienzo de una primavera competitiva.

Actitud de trabajo apasionada, cuidado sincero por los niños y servicio sincero a los padres.

El maestro sabio no les da a los estudiantes un palacio de conocimiento ya preparado, sino que los anima a colocar ladrillos y les enseña a construir.

Aprender con libros es experimentar las experiencias de vida de otras personas; la práctica de la vida es una buena manera de adquirir la propia experiencia.

Por el bien de los niños, debemos regalarles nuevas obras para que se atrevan a afrontar el nuevo mundo que se entrecruza y sigan brotando y creciendo.

Es deber ineludible del docente ser estricto consigo mismo y apoyar a los alumnos.

Las plántulas necesitan alimento del suelo y los estudiantes necesitan el cuidado de los maestros.