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La composición de miles de acres de huertos de perales en mi ciudad natal

A algunas personas les gusta la majestuosa Gran Muralla de Jiangnan, a otras les gusta la hermosa Montaña Toalla, a otras les gusta la antigua calle Ziyang y a mí me encanta el Liyuan en mi ciudad natal.

En marzo, la llovizna es como la seda, y en los perales crecen innumerables flores blancas y huesos. Alimentados por la lluvia, estas flores y huesos chuparon con avidez el rocío primaveral y florecieron miles de hermosas y encantadoras flores. Desde lejos, parecen nubes blancas. La brisa primaveral sopla levemente y las flores emiten ráfagas de fragancia. Enjambres de abejas llegaron a este fragante huerto de perales, luchando para recolectar miel. Se podían ver figuras ocupadas por todas partes, como si estuvieran tratando de iluminar la miel por todo el árbol.

En el caluroso verano, los perales son como sombrillas verdes. Las hojas verdes están llenas de frutos verdes, como bolas esmeralda, de color verde brillante, y como una niña tímida, escondida entre las hojas verdes y jugando al escondite con nosotros. Que lindo. Por la mañana, las pequeñas peras verdes estaban cubiertas de gotas de agua, lo que hacía que la gente quisiera arrancarlas y colgarlas del cuello para lucirlas. Soplaba una brisa y las pesadas peras verdes parecían hacer un gesto de asentimiento a los fruticultores. Los fruticultores también tenían sonrisas en sus rostros, llenos de esperanza y esperando con ansias la temporada de cosecha.

En el otoño, cuando el osmanthus perfumado es fragante, bajo el fresco viento otoñal, las peras grandes y regordetas asoman sus cabezas entre las hojas verdes, sonriendo y asintiendo con la cabeza a todos, contándoles a todos las buenas noticias del cosecha. Los agricultores acudieron felices al huerto de peras para recoger peras. Algunos recogían peras regordetas con las manos, otros las ponían en cestas y otros estaban ocupados enviando peras en todas direcciones. Les dolía la espalda, tenían la espalda cubierta de sudor, sus bocas aún jadeaban, sus rostros estaban llenos de alegría, pero realmente se olvidaron del dolor y de su ropa empapada.

El huerto de perales en mi ciudad natal no solo nos brinda un hermoso disfrute, sino que también da alas al desarrollo económico de nuestra ciudad natal.