Siempre he tenido un sueño. Pero ahora está destrozado. Se acabó el último rayo de esperanza. Lo que la gente no puede dejar ir es la falta de voluntad.
Mientras todos estemos agradecidos, los Juegos Olímpicos serán más valiosos y significativos.
Amigos, no penséis que sois perfectos sólo por hacer esto. Mientras sigamos existiendo entre todas las cosas, nunca estaremos satisfechos. Por eso hoy todavía tengo un sueño que siempre ha estado profundamente arraigado en los corazones de todos los que aman los Juegos Olímpicos.
Tengo un sueño. Un día, el espíritu olímpico se sublimará y el verdadero significado de este dogma se realizará verdaderamente. Sostenemos que estas verdades son evidentes: todos los hombres son creados iguales.
Tengo un sueño. Un día, los Juegos Olímpicos ya no estarán tan fuera de mi alcance. Todos pueden ponerse la camiseta y galopar por el campo.
Tengo un sueño. Un día, el espíritu olímpico podrá entrar en miles de hogares y en todos los rincones del mundo.
Tengo un sueño. Un día, ya sea en el interminable desierto del Sahara o en el helado y nevado Monte Everest, será la sede de los Juegos Olímpicos.
Tengo un sueño. Un día, la brutal competencia entre jugadores se convertirá en una discusión técnica cercana y amistosa.
Tengo el sueño de que un día, en la arena olímpica, toda discordia será reemplazada por la risa.
Tengo un sueño. Un día, todos los jugadores podrán trabajar mano a mano y crear brillantez juntos.
Tengo un sueño. Un día, personas de todo el mundo se reunirán para organizar unos Juegos Olímpicos y perseguirán el mismo sueño y orarán por la paz, la prosperidad y la prosperidad mundial.
Esta es nuestra esperanza. Sólo con esta creencia podemos ir cada vez mejor. Sólo con esta creencia nuestro mundo siempre estará lleno de nubes pacíficas. Sólo con esta creencia podemos orar juntos, bendecir juntos, perseguir juntos y lograr juntos la paz y la tranquilidad en el mundo de gran armonía.