La tarea principal de la educación es formar a las personas.
Muchos de nuestros contemporáneos conocen gente primitiva, occidentales o de la era industrial, gente criminal o gente de la burguesía y la clase trabajadora, pero cuando hablamos de gente, no saben lo que realmente significa; ser humano.
Por supuesto, la tarea de la educación no es crear un yo platónico, sino cultivar personas con características únicas que pertenecen a un país específico, un entorno social específico y un período histórico específico.
Sin embargo, no importa de qué país venga un niño, si es inteligente o estúpido, antes de convertirse en un hijo del siglo XX, es descendiente de la humanidad.
Antes de ser un hombre civilizado -al menos eso espero-, antes de ser un francés cultivado por los círculos intelectuales parisinos, era un ser humano.
Además, según el significativo aforismo del poeta griego Píndaro, si nuestra principal responsabilidad es ser quienes somos, entonces nada es más importante y difícil para nosotros que ser un ser humano.
De modo que la tarea principal de la educación es formar a las personas, o guiar la motivación de vida que hace que las personas se conviertan en seres humanos.
Conviene recordar que la palabra educación tiene tres significados diferentes. Se refiere ya sea a cualquier proceso mediante el cual el hombre se forma y perfecciona, ya sea al trabajo consciente de los adultos en la formación de los jóvenes, o - en el sentido más estricto - a la misión especial de las escuelas y universidades.
Los seres humanos no son sólo animales naturales como las alondras y los osos, sino también animales culturales. Además, como el hombre sólo puede sobrevivir en el desarrollo de la sociedad y la civilización, también es un animal histórico.
Por lo tanto, las personas en diversos modelos culturales o ético-históricos son diferentes. Por eso decimos que la educación tiene su posición crucial.
La capacidad cognitiva humana es ilimitada y sólo puede mejorarse gradualmente. Por lo tanto, sin la experiencia colectiva acumulada y preservada por sus predecesores, y sin la transferencia paso a paso del conocimiento adquirido, es imposible que las personas logren progreso intelectual o moral en su entorno de vida específico.
Para alcanzar la autodeterminación que el ser humano anhela se necesita disciplina y tradición. Esto no sólo aumenta la carga del hombre, sino que también fortalece su fuerza para luchar contra la tradición y la disciplina, lo que a su vez enriquece esa tradición: una tradición enriquecida conduce a nuevas luchas, y así sucesivamente.