El impacto ecológico de las zarigüeyas cola de cepillo
Los inmigrantes europeos introdujeron zarigüeyas cola de cepillo en Nueva Zelanda para desarrollar la industria peletera. Actualmente hay alrededor de 70 millones de ellas. La introducción de zarigüeyas cola de cepillo causó daños ecológicos porque las plantas nativas evolucionaron sin ellas. Las zarigüeyas cola de cepillo comen selectivamente vegetales locales, causando daños particulares a árboles de hoja ancha como spp. Esto resulta en competencia con las aves por el alimento, la composición del bosque y la desintegración del dosel. No tienen un gran impacto en el género Fagus, pero se alimentan de muchas especies que crecen naturalmente, reduciendo así la diversidad del género Fagus. Las zarigüeyas cola de cepillo son oportunistas y se alimentan de huevos de aves.
Las zarigüeyas cola de cepillo se consideran portadoras de tuberculosis bovina, lo que causa daños a las industrias láctea, vacuna y venada. Sin embargo, su ruta de transmisión no ha quedado clara.
Capturar y envenenar a las zarigüeyas cola de cepillo puede reducir con éxito su número. Los cazadores en general usan cianuro para matar zarigüeyas para el control de plagas o para cazar pieles, mientras que el gobierno de Nueva Zelanda usa fluoroacetato de sodio, cuyo nombre en código es 1080, para tratar áreas más grandes. El estudio encontró sólo pequeñas disminuciones en las especies de aves nativas, mientras que los invertebrados y mamíferos nativos fueron superados a medida que sus poblaciones se recuperaron. Otro beneficio es la caza incidental de otras especies invasoras. También hay informes individuales de que las mascotas han sido envenenadas por 1080, lo que puede haber sido causado por comer los cadáveres de zarigüeyas envenenadas.
Para evitar daños a los árboles jóvenes, la población de zarigüeyas cola de cepillo debe mantenerse muy baja, alrededor de 5. La zarigüeya cola de cepillo se considera un peligro ecológico importante en Nueva Zelanda, y algunos grupos ecológicos recomiendan su extinción. Pero sus impactos son complejos, especialmente con la introducción de ciervos y cabras, así como con actividades humanas como la agricultura, la deforestación y la minería.
La caza de zarigüeyas cola de cepillo continúa y se comercializan sus pieles. Pero el número de zarigüeyas que se matan por su pelaje es una fracción de las que mueren por envenenamiento. Los estudiosos del medio ambiente se preguntan si la industria está trabajando para reducir o eliminar las zarigüeyas cola de cepillo. Algunas empresas neozelandesas exportan sus pieles a Taiwán, Hong Kong y Malasia. Además, también existe una industria que utiliza carne de ratón de cola de cepillo para elaborar comida para perros.