¡El 76% de los pacientes con COVID-19 tienen secuelas! ¿Cuánto daño le hace el COVID-19 al cuerpo humano?
Según investigaciones relevantes, las funciones físicas de una persona se verán gravemente afectadas seis meses después del inicio de la enfermedad. Por ejemplo, la función pulmonar disminuirá y dichas anomalías aparecerán en las radiografías de tórax, lo que indica que la función pulmonar no se puede restaurar por completo. Si la función pulmonar no se restablece por completo, el virus puede afectarla después del alta, lo que provoca que la persona se quede sin aire al intentar hacer ejercicio o realizar trabajo por gravedad.
Según los resultados de la encuesta, la mayoría de las personas presentarán debilidad muscular, que irá acompañada de una sensación de fatiga. Para nosotros, la gente común y corriente y las personas que estamos en la parte inferior de la vida, si estas secuelas cambian, afectarán nuestro trabajo y nuestros ingresos. Por ejemplo, si los porteadores que suben y bajan del vehículo tienen músculos débiles, naturalmente les resultará difícil realizar ese tipo de trabajo de porte, lo que afectará sus ingresos y su vida, provocando así una reducción de los ingresos familiares.
Por supuesto, algunas personas pueden presentar trastornos del sueño o síntomas como ansiedad o depresión, que tienen consecuencias muy graves. Después de todo, este tipo de secuelas no son una existencia singular, pueden existir de forma compleja. Esto también nos dice que debemos saber protegernos y hacer todo lo posible para protegernos. No espere hasta que estemos infectados con la enfermedad para recibir tratamiento de seguimiento. Obviamente, es difícil volver a la normalidad.
Las secuelas son realmente aterradoras, ya que pueden afectar todos los aspectos de la vida de una persona. La forma más sencilla de decirlo es decir que los pulmones de una persona se ven afectados hasta cierto punto al salir a caminar o incluso al doblar una esquina. Es fácil cansarse y no poder seguir con la vida como una persona normal. Nuestras células cerebrales también se ven afectadas hasta cierto punto, incluidos nuestros vasos sanguíneos, nuestro corazón y nuestro estómago. Por supuesto, tampoco perdona a nuestro sistema inmunológico. Las secuelas son realmente graves, provocan daños en nuestro sistema inmunológico y debilitan nuestra capacidad de resistir enfermedades.