Colección de citas famosas - Colección de máximas - ¿Cuáles son los métodos tradicionales de detección de mentiras? Método del agua hirviendo: Este método tiene un fuerte color de superstición feudal. Pídale al ladrón que meta el dedo en aceite o agua hirviendo. Si tiene los dedos quemados, significa que está mintiendo. La prueba de masticar arroz: un método poligráfico del siglo XVII con algunas connotaciones fisiológicas y científicas. Los indios descubrieron que los mentirosos siempre tienen la boca seca, por lo que inventaron la "prueba de masticar arroz", comúnmente utilizada en los países orientales. Cada sospechoso se lleva un puñado de arroz frito a la boca y lo mastica dos veces. Porque los tramposos segregan menos saliva y escupen menos arroz que las personas honestas. Método del Santo Mono: Este método de detección de mentiras comienza a utilizar la psicología. Cuenta la leyenda que hay un mono sagrado en la India. Si un tramposo le toca la cola, ladrará por mucho que una persona honesta lo toque, permanecerá dócil. Entonces el juez puso al mono en una habitación oscura y pidió a los sospechosos que tocaran la cola del mono uno por uno. De hecho, el llamado "mono santo" es un mono común y corriente con tóner en la cola. Como puedes imaginar, el mentiroso no se atrevió a tocar al mono sagrado debido a su conciencia culpable. Las personas que nunca antes han mentido, naturalmente, no tienen miedo. Después de salir, el juez solo necesita comprobar quién no tiene tóner en la mano para determinar que es un mentiroso. Método de parámetros fisiológicos: con el tiempo, algunos países han comenzado a utilizar los cambios psicológicos de las personas para inferir su psicología. Había un príncipe en Grecia que padecía una extraña enfermedad. Muchos médicos no pudieron curarlo. El rey invitó a verlo a un famoso psicólogo austriaco. El médico le tomó el pulso y charló con el príncipe. Al hablar de su madrastra, la joven y bella reina, el pulso del príncipe se aceleró repentinamente, por lo que el psiquiatra diagnosticó con precisión la extraña enfermedad del príncipe: el amor no correspondido.