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Como deporte, ¿qué daños o tabúes tiene caminar en el cuerpo?

En primer lugar, mejorar el espíritu deportivo y el espíritu de equipo

En el patio de recreo, los niños pueden aprender a turnarse, a hacer cola, a no inclinar la cabeza cuando pierden el juego, a felicitar a El oponente ganador y aprende a pasar el balón, no te lleves toda la gloria.

Ahora a los niños se les enseña en las escuelas que para tener éxito en sus futuros trabajos, deben aprender a trabajar en equipo, una de las habilidades más importantes del siglo XXI que cada uno de nosotros debería enseñar a nuestros hijos, y Los equipos deportivos son el lugar perfecto para que los niños aprendan el arte del trabajo en equipo.

En segundo lugar, mejorar el liderazgo de los niños

Imagínense, además de jugar en el patio de recreo, ¿qué oportunidades tienen los niños para liderar a otros niños de forma sana y eficaz durante su infancia? No hay muchas oportunidades como esta.

Los líderes naturales necesitan oportunidades para demostrar liderazgo, mientras que los niños que no demuestran liderazgo necesitan ver a otros niños (no adultos) en posiciones de liderazgo.

Necesitan encontrar a alguien a quien quieran seguir y alguien a quien quieran liderar.

Como capitán y líder de un equipo, lo mejor es que tu posición sea reconocida por los demás jugadores, que es lo que otros niños anhelan.

Durante las etapas de transición del crecimiento, todos necesitan saber cuándo dar un paso al frente y asumir el papel de líder y cuándo seguir el ejemplo de los demás, y el mejor aula para aprender esta lección en la niñez es, sin duda, El patio de la escuela.

En tercer lugar, aprender del fracaso

¿Qué hace que los niños se sientan felices y exitosos? Si lee artículos relacionados, encontrará que el "fracaso" y la "empatía" están a la vanguardia. El fracaso al que me refiero no es obtener una B en un examen, sino un fracaso real: ganar o perder en los deportes.

Además del patio de recreo, esta generación de padres siempre quiere proteger a sus hijos del fracaso y atribuye la causa del fracaso a otros lugares, sin querer nunca que sus hijos sientan la sensación de fracaso. Esta es la generación de la que nos quejamos.

En pocas palabras, los niños necesitan aprender a perder. Deben saber que no siempre son los mejores para poder trabajar más duro y convertirse en una persona más fuerte.