Poesía que encarna la armonía
La luz de la luna en el pinar, las piedras de cristal en el arroyo.
En el estanque crece la hierba primaveral y los sauces del jardín se convierten en pájaros cantores.
Chai Men escucha ladridos de perros y regresa a casa en una noche nevada.
No sobrevolaban aquellas montañas ningún pájaro, ni tampoco había rastros de personas en aquellos caminos.
Sólo crece hierba junto al arroyo y los oropéndolas cantan en lo profundo de los árboles.
En casa llueve durante la temporada de ciruelas amarillas y el estanque está lleno de ranas.
La sombra verde sigue apareciendo, y hay cuatro o cinco cantos de oropéndolas.
Tan pronto como el pequeño loto revela sus afilados cuernos, la libélula ya se ha posado sobre él.
Los transeúntes saludaban desde lejos, asustando a los peces para que dejaran de asustarse.
Frente a la montaña Xisai, vuelan garcetas, y las flores de durazno y el agua que fluye engordan al pez mandarín.
Algunas flores de durazno fuera del bambú son un profeta del agua de manantial y los patos cálidos.
Algunas reinitas tempranas compiten por los cálidos árboles y sus nuevas golondrinas picotean el suelo primaveral.
Las flores son cada vez más atractivas y Asakusa puede vivir sin herraduras.
Desafortunadamente, no encontré ninguno con la palabra “和”.