Mirando las tres etapas de la fe desde las lecciones de Abram
Mirando las tres etapas de la fe desde las lecciones de Abram
La primera lección: Génesis 12:10-20, el fracaso de Egipto: la debilidad de los nuevos creyentes
A través del fracaso de Egipto, Dios le permitió a Abram aprender la primera lección (12:10-20), que es no basar todo en uno mismo y el medio ambiente, sino sólo en el Dios fiel.
Debilidad: Esto se manifiesta en el hecho de que no podemos simplemente centrar nuestra atención, sino que a menudo nos vemos afectados por el entorno que nos rodea y nuestros propios viejos pensamientos. Nos preocupamos y hacemos juicios equivocados, y utilizamos el humanismo para ayudar. Nosotros mismos solucionamos el problema. El problema en realidad no es aferrarnos a las promesas de Dios ni confiar en Él.
La segunda lección: Génesis 12:5-18, la partida de Lot—madurez gradual
A través de la partida de Lot, Dios le permitió a Abram aprender la segunda lección: La segunda lección (5-18 ) es tomar sólo a Dios como herencia, satisfacción y gozo.
Madurez: Ya no mirar los problemas y las circunstancias, ya no preocuparse por la propia situación, no dejarse perturbar por lo que se ve, ser capaz de aferrarse de manera realista a las promesas de Dios y no dejarse influenciar e influenciar por los mundo exterior. Está sacudido por la influencia del propio estado. Al contentarse únicamente con la presencia de Dios, la fe se vuelve cada vez más simple, eliminando toda clase de motivos y deleitándose en mirar al Señor.
La tercera lección: Génesis 14:1-24, rescatar a Lot: la victoria final
A través de la batalla entre los cuatro reyes y los cinco reyes (versículos 1-24), Dios le permitió a Abram aprender la tercera lección, que es confiar únicamente en Dios y prestarle atención para mantener la victoria, ser valiente (versículo 15) y humilde (versículo 20), ser victorioso (versículo 16) y ser vigilante (versículo 23).
Victoria: Confiar en Dios en todo, mirar a Dios, ser lleno del Espíritu Santo, tener la mente de Cristo, ajustar la dirección de la vida a la misión salvadora de Dios, y no confiar en la carne y Sangre en la guerra espiritual Confía en tus talentos, abandónate, sé humilde y alerta, entrégate por completo y sólo espera que la gloria de Dios sea revelada.