La canción que me salvó.
Santo Padre Misericordioso:
Yo soy, me siento culpable delante de ti porque he pecado. No hice las cosas buenas que debería haber hecho, pero sí las cosas malas que no debería haber hecho. Mi arrogancia e incredulidad me acusan. Los deseos de mi carne me llevaron a la destrucción total. Odio mi corrupción y debilidad. Dar marcha atrás. A ti, amantísimo Salvador, te ruego: bebe y abandóname.
¡Señor! Lava todos mis pecados sucios. Desata las cadenas del pecado y libérame. Límpiame de toda inmundicia e inmundicia. Dios. Por favor, crea en mí un corazón limpio y devuélveme un alma recta. Sálvame del gozo de la gracia. Libre de todos mis hábitos pecaminosos y ataduras pecaminosas. Por favor, enséñame a amar tus santos caminos y mantenme en tu justicia y paz, para nunca retroceder. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Amén